lunes, 30 de noviembre de 2009

Historias cotidianas

Las lejanas grúas del puerto eran el perfil de la ciudad que les era regalado a aquellos que habitaban en los suburbios. No había más que aquellas enormes y grises grúas, que habían de ser el motor de sus vidas, por ello aquellos barrios obreros fueron construidas encarados a ellas. Desde la misma cuna debían conocer cuál sería su futuro de obreros grises y silenciosos, que bajo aquellas enormes garras de acero deberían ganarse el escaso pan que se les repartiría. Habían prohibido colocar una cruz en lo alto de la iglesia para que nada les hiciese sombra a aquellos monstruos metálicos, nadie podía alcanzar el poder de las maquinas ni el mismísimo dios. De esta manera eran los niños educados, carentes de cualquier juego que pudiese traer una sonrisa a sus labios, criándose como alimento de la maquinaria industrial de un país que ni tan siquiera conocía de su existencia…

Historias cotidianas (29 de noviembre del 2009)

Cuando empezaron a encontrar los cadáveres de las ardillas todo el mundo empezó a inquietarse, quién podía tener algo en contra de aquellas inocentes bestias, para extinguirlas de aquella manera. Pero la inquietud no venia solamente dada por la muerte de las pequeñas bestias, son por la crueldad con la que obraban con ellas, algunas eran encontradas con vida, pero tan salvajemente mutiladas que ninguna de ellas sobrevivía a su hallazgo. Todos estaban inquietos ante aquellos sangrientos encuentros, quien en aquella pequeña comunidad rural podía tener tan oscuros sentimientos como para volcarlos de aquella forma. El rumor entre las gente dirigía los dedos acusadores en mil direcciones e incluso el empuje de los rumores arrastraba a sus instigadores a señalar hacia futuras victimes humanas. Porque había de conformarse con pequeños animales, tarde o temprano desearía aquella misteriosa sombre caer sobre algún humano…

Historias cotidianas (28 de noviembre del 2009)

No era que se sintiese especialmente a gusto en aquella nueva escuela a la que le habían llevado sus padres. La verdad era que aquello era más una cárcel que un colegio. Los rígidos profesores eran demasiado propensos al castigo físico y las sirvientas que les ayudaban en sus quehaceres diarios eran tan insensibles como auténticos pedazos de piedra. Era un lugar frio y desangelado en el que ni en las mas frías noches de invierno se encendía la calefacción, el carbón debía ser racionado en tiempos de guerra les decían y de esa manera los sabañones poblaban las manos de la mayoría de los alumnos. Estos hechos no eran vistos más que como partes esenciales de su etapa educativa y se les debía demostrara que de esta manera su proceder a la llegada de la madurez seria ejemplar entre el resto de la sociedad. El mas mínimo acercamiento a una mujer era castigado aun con más celeridad e incluso a la hora de impartir estos últimos se podía distinguir una especial saña por parte de sus educadores, por otra parte personajes misóginos cuyas inquietudes eran sino inquietantes, mal este la redundancia…

Historias cotidianas (27 de noviembre del 2009)

No era fácil pasear en aquella sombría tarde por el bosque, la senda estaba ligeramente embarrada por los días de lluvia que habían precedido a aquel en el que se encontraban y la propia tarde intempestiva invitaba poco a permanecer por aquella senda, rodeados por ráfagas de viento frio que cubría sus piernas de hojas secas y ligeramente manchadas que estropeaban sus ropas de domingo. Pero allí debía estar, en su paseo semanal con su prometida, siempre seguidos a una distancia prudencial por la tía soltera de ella, que se encargaba de que cualquier mínimo gesto o intento de acercamiento por su parte se viera sofocado por su sola y sobria presencia. Estaban en aquella parte del festejo en la que él debía mostrarse tan cortes como sumiso a cualquier requerimiento por parte de ella, siempre observados por la carabina que los acompañaba en cada movimiento fuera y dentro de la casa. Aquella mirada de arpía le perforaba la nuca haciéndole sentir especialmente incomodo, tanto que en ocasiones solamente pensaba en las cosas que le pudiesen suceder a la carabina, sin ni tan solo prestar atención a las ligeras caídas de ojos de su prometida…

Historias cotidianas (26 de noviembre del 2009)

El jarrón permanecía en la repisa de la chimenea desde su más tierna infancia, siempre había oído hablar a sus padres y parientes del incalculable valor de tan delicada pieza. Para en aquella primera edad no había sido ni más ni menos que un jarrón, eso sí revestido por una preciosas siluetas de damas orientales con delicadas sombrillas. Con el tiempo había empezado a sentirse fascinado por aquellas damas de apariencia aérea que parecían no necesitar pisar la tierra para desarrollar sus gráciles movimientos. Eran para el tan hermosas como las flores que llenaban su jardín en primavera y por ello mismo se habían llegado a convertir en objetos de deseo, por lo que buscaba la compañía de mujeres que pudiesen tener un parecido aunque fuese ligero con ellas, ninguna era completamente igual a ellas por lo que todas ellas pasaban por su vida como una ráfaga de aire, mientras el jarrón permanecía siempre en lugar…

Historias cotidianas (25 de noviembre del 2009)

Había abandonado a su familia tiempo atrás, cuando la fama y el dinero habían entrado en su vida, haciéndole ver innecesaria la compañía de su mujer y sus hijos, teniendo a cambio de dinero la compañía que el desease. Nada le era vetado ni prohibido, todo estaba al alcance de sus manos, tenia mas amigos y aliados de los que jamás hubiese deseado, pero ellos afanosos en verlo feliz le proporcionaban todo aquello que el dinero le podía dar. Se había vuelto perezoso y ya no necesitaba recurrir a su ingenio para ganarse la vida, tenia de sobras con lo trabajado en año anterior y sus rentas eran tan generosas que ninguna preocupación en ese aspecto lo debía asaltar. Pero en las noches, cuando yacía con alguna desconocida, deseosa de colmarlo de caricias y placer, recordaba aquello que había dejado atrás y sentía la culpa de haber ofrecido aquellos mismos placeres a los suyos, era un puñal que cada noche atravesaba sus sueños y lo hacía permanecer en vela, sin que ningún remedio fuese capaz de darle descanso…

Historias cotidianas (24 de noviembre del 2009)

Aquella noche dormía en aquella modesta posada de la frontera, pero si había de ser sincero no conocía la frontera entre que dos países se trataban. Ya le era tan indiferente como las horas de la noche y el día, estaba poseído por aquel afán de conocer cada rincón del mundo que domina a los aventureros. Era un viajero infinito cuya única máxima era despertar cada mañana en lugar desconocido. Dormía pocas horas para poder paladear el sublime aroma de aquellos lugares nuevos que al llegar la mañana siguiente se transformaban en pestilentes rincones de mundo que debía abandonar. Su adicción por lo desconocido le había llevado a ser un marginal por allí donde iba, y los habitantes de las tierras que visitaba le daban autenticas fortunas con el simple deseo que abandonase sus pagos. Triste era su destino por su propia disconformidad con todo, el agua fresca le sabía a tierra y los manjares más dulces agriaban su paladar al permanecer demasiado tiempo en un mismo país…

Historias cotidianas (23 de noviembre del 2009)

Sus ojos eran de fuego y sus manos cerradas en puños de piedra parecían poseer la fuerza de mil ejércitos, sus gestos bruscos buscaban únicamente alimentarse de la sangre de aquellos que no habían nacido en el mismo lugar que el mismo. Por ello debían pagar y no de cualquier manera, sino con sus propias vidas. El odio hacia los extranjeros que Vivian en su tierra era tan poderoso, como el fino manto de ignorancia que cubría su mente. Aquellos contra los que iba destinado su veneno lo temían al verlo acercarse junto a sus acólitos, ciegos al igual que su líder de venganza. Nadie entendía como aquel veneno había alcanzado a aquel cándido muchacho que todos recordaban de la escuela dominical. Pero este había enraizado fuertemente en su interior y le hacía ver un mundo lleno de enemigos de raza a los que era necesario enfrentarse y derrotar. El odio alimentado por la ignorancia era un potente explosivo que propagaba sus explosiones por todo aquel lugar por el que el pasase…

Historias cotidianas (22 de noviembre del 2009)

Languidecía el príncipe en su lecho de plumas, enfermo como ningún otro hombre en la tierra pudiese estar. A su lado la reina, madre por encima de majestad, lloraba desconsolada en la cabecera de la cama ante el desconocido mal que minaba la vida de su hijo, más poderoso en títulos que en salud. Ante aquel mal habían actuado magos y brujas, doctores y curanderos, pareciendo que la mano de ninguno de ellos no pudiese mitigar ni en lo más mínimo el terrible mal del príncipe. Todos aquellos que lo visitaban en busca de una buena recompensa a cambio de la tan ansiada curación, debían marchar del palacio con la cabeza gacha, no tanto por la fortuna perdida sino por lo misterioso del mal ante el cual se encontraban. El rey intentaba mitigar la pena de su esposa poniendo todo aquello que poseían al servicio de la salud de su hijo, pero este día tras día perdía la batalla por lograr un día mas de paz. Terribles convulsiones lo abatían y fiebres altas lo desmejoraban a diario. Los siervos acudían a misa empujados por la suplica de su monarca para ver si el divino podía interceder por el heredero…

Historias cotidianas (21 de noviembre del 2009)

Siempre sonaba la radio en el vecindario, siempre alguien la tenia encendida permitiendo que los menos afortunados pudiesen regalarse los oídos con el folletín de la tarde o con el programa de canciones dedicadas de la tarde. Su sonido no era extraño a nadie y por ello como en un orden establecido siempre había programación al servicio del barrio. Como en cualquier lugar los vecinos inconformes elevaban sus críticas por encima del volumen de las radios, pero como a patéticos fantasmas, nadie parecía prestarles la más mínima atención. Aquella era la forma de ser de la barriada en que la mayoría parecía capaz de aplastar la más mínima rebelión, justificando cualquier acto con la excusa necesaria, por muy inverosímil que esta pudiese parecer…

Historias cotidianas (20 de noviembre del 2009)

La luna en cuarto menguante apenas era un hilo de luz entre la inmensidad del cielo y parecía perezosa como todo el mundo que bajo ella se extendía en aquella calurosa noche de julio. Todos intentaban combatir el terrible bochorno de la mejor manera posible, las luces de las casa estaban encendidas a pesar de ser altas horas de la madrugada. Los llantos infantiles eran la música estridente de aquella vigilia gobernada por las altas temperaturas. Había grupos de adultos en las aceras, sentados cómodamente en sillas que dejaban pasar las horas embarcados en las más diversas conversaciones, que solamente eran interrumpidas por algún trago de agua que refrescase sus sofocadas gargantas. Las fuentes de los parques eran lugar de reunión para los más jóvenes que dejaban las palabras para otras horas y sumergían sus cuerpos desnudos en la fría agua…

Historias cotidianas (19 de noviembre del 2009)

Aquella calle permanecía en su emplazamiento desde los tiempos más oscuros y antiguos, decían que los romanos la habían respetado al pertenecer a los antiguos moradores de la ciudad. Por ello siempre fue llamada la calle antigua y en ella desde tiempos tan lejanos como su misma creación había morado su familia, en el viejo palacio que con los años había sufrida cambios y reformas a gusto de las generaciones que allí vivieron. Tal era su arraigo que su apellido daba nombre a la calle o viceversa, ya que nadie recordaba la presencia de los unos sin la otra. Eran un familia con las raíces tan profundas en aquella tierra que muchos decían que su riqueza venia justamente del corazón de ella. Tal era su presencia que durante años fueron gobernadores y amos del concejo entero, hasta los tiempos en que su bisabuelo o tal vez su tatarabuelo, en una familia tan remota es complicado fijar tiempos y épocas, había proclamado la libertad de todos los siervos ya que ningún ser humano debía ser diferente de su vecino por sus recursos o genes…

Historias cotidianas (18 de noviembre del 2009)

Lo terrible era que durante aquellas últimas semanas solamente hubiesen pensado en el sexo, ni tampoco que durante las horas que permanecía alejado de ella su mente solamente se entretuviese en idear nuevas perversiones que pudiesen poner en práctica la siguiente noche. Lo obsceno o tal vez lo perverso era la necesidad de nuevos y más imaginativos coitos, ya no pensaban como personas en ocasiones solamente eran animales saciándose el uno del otro. Las erecciones le sorprendían durante cualquier momento del día y por momentos solamente con el deseo de penetrarla era capaz de eyacular, unas eyaculaciones violentas que inundaban su ropa interior de esperma y que eran capaces de borrar de su mente cualquier otra cosa durante horas. Aquella pérdida de control absoluta sobre sus vidas les había sorprendido tanto como el deseo que los poseía y que era capaz de dominar sus vidas por completo…

sábado, 28 de noviembre de 2009

Historias cotidianas (17 de noviembre del 2009)

No oía ni sentía nada, los ojos se le habían llenado de polvo y este empezaba a mezclarse con las lágrimas. Estaba en el suelo, sentado sobre trozos del falso techo de escayola, no se movía, no podía moverse, sentía su cuerpo bloqueado por la confusión. Comenzó a mirar lentamente a su alrededor, apenas percibía nada, pero las manchas de sangre eran demasiado grandes para no poder distinguirse. Pensó cuanta gente había a su alrededor cuando había pasado todo. Mucha, demasiada tal vez, de ella no podía oír nada, ni siquiera era capaz de percibir su propia respiración. No había olvidado respirar, había olvidado que hacia allí. Empezó a sentir dolor en sus pies y en sus brazos…

Historias cotidianas (16 de noviembre del 2009)

Los días pasaban uno tras otro mientras caían las hojas del calendario al llegar las estaciones, en invierno las hojas caían de forma más sonora, rebotando contra el suelo por el frio que las llenaba. En cambio en verano caían ligeras, como la ceniza del papel abusado por el calor intenso. El otoño pasaba rápidamente mientras las hojas parecían ansiosas por caer. La primavera parecía agarrar las hojas impidiéndoles llegar al suelo para hacer lucir más hermosos los días de los primeros calores. Los días pasaban así cada uno bajo un ritmo marcado por un tiempo que nadie parecía dominar…

Historias cotidianas (15 de noviembre del 2009)

Mientras añadía harina a la mezcla no paraba de remover, el secreto de un buen bizcocho era que la masa quedase muy suave, de esa manera luego esponjaría adecuadamente. Conocía todos los secretos para que aquel bizcocho fuera de un gusto agradable, pero no podía ocultar que todo el dulce que contenía, no podría endulzar su matrimonio ya fallido hacia tiempo. Por mucha harina que intentara mezclar no conseguía unir su relación, estaba demasiado alejada en sus sentimientos. Se habían transformado en dos alejadas islas que no se encontraban dentro de su lecho. Utilizando a sus hijos de escusa se negaba a disolver su matrimonio y mientras los alimentaba con los bizcochos que últimamente sabían un poco a sal por las lágrimas derramadas…

Historias cotidianas (14 de noviembre del 2009)

El público saltaba y bailaba, se contorsionaba de manera espasmódica mientras ellos desgranaban sus más viejas canciones. Aquellas que habían escrito cuando tenían que trabajar de otras cosas a parte de la música y sus sonidos eran puros como sus expectativas. En aquellas encontraban el aliento para continuar tocando, el espíritu que había unido aquella banda se había perdido hacia tiempo, desde que el dinero empezó a entrar en sus vidas y como un mando a distancia dominar cada uno de sus movimientos. Continuaban en el tajo veinte años después, pero sus cuerpos habían envejecido más que esos veinte años, castigados por la necesidad de exprimir unos cerebros que ya no exhalaban frescura. Sentían un puñal al ver que el público en sus conciertos permanecía indiferente ante sus nuevas obras, eran un peso demasiado grande para sus egos, ya demasiado inflados desde que opinión pública empezó a conocer todos los detalles de sus vidas…

Historias cotidianas (13 de noviembre del 2009)

En el salón de baile apenas nadie era capaz de mover un solo musculo, sin una bien calculada precisión. Todos eran esclavos de una etiqueta y de una valoración social que debía siempre ser tenida en cuenta cuando sonaba un vals o una polka. Nadie era libre de moverse por aquel salón sin tener en cuenta las rígidas reglas que regían aquellos bailes aéreos, que para él no conocedor parecerían parte de una grácil naturalidad y que en cambio estaba llenos de la contención y el sosiego que debía dominar a todos sus protagonistas. Desde las sillas las señoras de mayor edad, protectoras de aquellas reglas, controlaban aquellos impulsos que podían invadir el ánimo de algún osado caballero, con sus miradas frías cultivadas en los cientos de bailes que habían presenciado…

Historias cotidianas (12 de noviembre del 2009)

Siempre con la luz de la pantalla clavada en los ojos, con sus personajes recorriéndola de un rincón a otro en de ella, en los mil diferentes lugares que su imaginación era capaz de dibujar. Todos aquellos lugares y situaciones que él hubiese deseado recorrer y vivir, y que la única manera posible de habitarlos era a través de las historias que su imaginación se empeñaba en crear. Desde los salones más selectos a las islas mas inhóspitas, de los mares mas bravos a los cielos mas azules. Aquella era su evasión, y su reto colocar sus pequeñas piezas de ajedrez en las diferentes zonas del tablero de su mente…

Historias cotidianas (11 de noviembre del 2009)

El mar siempre el mar, abriendo sus entre las olas, capaz de devorarlos en cualquier momento de descuido. El siempre salvaje e indómito, ellos pobres aventureros retando a su enormidad, abandonando a sus familias solamente por la aventura de encontrar nuevas tierras y nuevos tesoros, adictos a su intrepidez y al peligro que veladamente se escondía en cada puerto en el en que recalaban. Siempre cabalgando sobre el mar, con las olas arrastrándolos por los lejanos horizontes…

martes, 10 de noviembre de 2009

Historias cotidianas

Desde el silencio de la vigilia sonaba el viento en exterior de la casa agitando las ramas de los arboles, que rasgaban los cristales de su habitación como si lo único que deseasen fuese huir del temporal que los azotaba, cobijarse junto a él en su cálida y confortable habitación. Pero por mucho que lo desease no podía abrirles la ventana, sus padres le tenían terminantemente prohibido abrir las ventanas durante el temporal. Además su habitación era angosta para dar cabida a los hermosos arboles que poblaban su jardín. Estaba tapado hasta el cuello por el mullido nórdico que le habían regalado, sentía un calor agradable debajo de él y dejaba que su mente vagase a través de esa sensación de confort. Al día siguiente bajaría al jardín y les explicaría a sus amigos los arboles sus dulces ensoñaciones, para mitigarles los males causados por el viento y la lluvia…

Historias cotidianas (9 de Noviembre del 2009)

No es fácil escribir un pacto de sangre. Sobre todo si lo debes escribir con la mano derecha amputada, más que por la dificultad de tenerlo que escribir con la izquierda siendo diestro, por el dolor que se va apoderando lentamente del brazo derecho desde la muñeca hasta el hombro. La tinta, en este caso la sangre, no falta y el compromiso tampoco, cuando ves que alguien se toma tan en serio el trabajo de atemorizarte, no debes pensar que puede ingeniar algo más si te resistes a escribir. Con una pluma ir mojando en el cuenco que va recibiendo el liquido que emana de lo que hacía unos minutos era tu mano, redactando con letra temblorosa un texto suficientemente satisfactorio. Puede ser realmente monstruoso describirlo, pero más monstruoso es vivir tan de cerca la muerte…

Historias cotidianas (8 de Noviembre del 2009)

Pidieron pasteles de nata y crema, unos dulces de fruta y una buena cafetera caliente. Todos se sentaron alrededor de la mesa en aquel agradable ambiente de cafetería. La sala estaba debidamente calentada y las conversaciones del entorno se desarrollaban con el tono adecuado para que todo el mundo se sintiese cómodo. La tarde invitaba a la tertulia, mientras con tranquilidad irían devorando los dulces y tomando una tras otra algunas cafeteras. La plática era un placer mientras las tazas humeaban con su oscuro contenido de amargo sabor. Aquel era uno de tantos lugares parecidos que se repartían por la ciudad, pero aquel dispar grupo de político, periodistas, pensadores y nobles había seleccionado aquella sala. El pensaba que tal vez se trataba por el amable trato de su dueña y que era el único lugar en la ciudad en el que se podía saborear un buen café de Kenia…

Historias cotidianas (7 de Noviembre del 2009)

Todos llevaban sus banderas, llevaban sus ropas teñidos con los colores de la bandera y sus rostros pintados igualmente. Todos se congregan bajo aquellos símbolos que eran el sentimiento de toda una nación. Nadie faltaba allí sin sentir el orgullo de un buen patriota. Las voces entonaban canciones tradicionales, con voces que rasgaban el viento y había quien incluso lloraba al entonar el himno nacional. Era una fiesta, una orgia de nacionalistas puros. Pero él se sentía como un extranjero entre ellos, al igual que el resto iba envuelto como un bombón en los símbolos de la patria, pero no sentía aquella extraña emoción que acongojaba a sus convecinos. No entendía que hacían allí, ni porque ahora todos tenían ganas de reivindicar su amor por la nación. Hacía años de la independencia y desde aquel momento no acudir a aquellos actos estaba mal visto por todos. Era aquella la actitud necesaria para sentirse un buen patriota y sobre todo que era ser un patriota…

Historias cotidianas (6 de Noviembre del 2009)

El corazón le latía regularmente, era un latir preciso, mecánico, como mecánico era el corazón que le habían trasplantado. Ya llevaba dos años con aquella maquina dentro de él y apenas sentía molestias. Solamente la extraña sensación de no ser enteramente humano. Antes de la operación le dijeron que nada en su vida debía cambiar, que todo sería lo mismo que hasta aquellos momentos, que su salud mejoraría y tendría más años por delante de los que tenía en aquel momento. Y había sido la realidad de aquellos años tras la operación. Nada o casi nada había cambiado, su vida había mejorado pero sus sentimientos eran diferentes. Era complicado de explicar, ya que el tejido de los sentimientos es un territorio interior que solamente puede recorrer uno mismo, pero había dejado de querer a su mujer, había dejado de sentir amor por ella y cada día la miraba como si se tratara de una extraña. Ya no veía hermoso su jardín en primavera, ni se divertía viendo el juego de sus hijos, su perro se alejaba siempre que lo veía cerca. La vida era igual pero eso había cambiado…

jueves, 5 de noviembre de 2009

Historias cotidianas

Veía el mundo a su alrededor como si se tratase de un pez dentro de una pecera. A su alrededor solamente había barro y muerte, la mascara antigás le oprimía el cráneo, pero les habían aconsejado que la llevasen lo más ajustada posible. Había una niebla densa de un color amarillo, era el gas, el gas que había soltado los prusianos y que poco a poco invadía todos los rincones de las trincheras. De los rincones de estas empezaban a salir aquellos compañeros suyos que no llevaban puesta la máscara, sus caras se deformaban por el dolor y la asfixia, la piel de sus rostros enrojecía y sus ojos perdían el rumbo de la vida. El permanecía escondido en su rincón con su fusil bien cogido entre las manos y el horror atravesando su rostro. El corazón latía demasiado rápido y palpitaba en sus sienes bajo las cinchas de la máscara. El rostro de muerte no tenía rasgos y era como una serpiente que reptaba entre ellos…

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Historias cotidianas

Desde Clones hasta la frontera solamente había un pequeño paseo, grande tal vez para aquellos que no estuviesen acostumbrados a caminar durante largos espacios de tiempo. Pero eso no es lo relevante, sino la cercanía relativa del pueblo con la frontera. Era un pueblo ordenado y hermoso, recogido entre colinas, placentero por la tranquilidad de sus paseos y calles. La frontera era nada mas allá que un muro de viejas piedras de un metro escaso de altura, nadie llamaría a aquello frontera si no fuera por los enormes letreros que indicaban el cambio de condado. La gente paseaba de un lado a otro con tranquilidad, como toda la vida se había caminado en aquellos lares, antes de que los países se separaran y los estados pusieran líneas de separación allí donde jamás había existido diferencia entre los vecinos, que seguían compartiendo sus pintas en el pub cada sábado por la noche…

Historias cotidianas (3 de noviembre del 2009)

Cuando llovía siempre caía aquella gotera en su habitación, como aquella era un tierra de lluvias pertinaces reacondiciono su cuarto para que aquella gotera no mojase sus escasos objetos de valor. Era una habitación pequeña por lo que aquel gotear continuo retumbaba, se había acostumbrado tanto a aquel ligero tamborileo que en algunas ocasiones prescindía de la música para acompañar sus lecturas de aquel sonido. Era su reloj vital, cuando aquella música de fondo desaparecía, los días eran más claros y soleados, sus lecturas se desplazaban a alguno de los jardines colindantes. Dejaba pasar de esa manera sencilla su vida en un país regido por el ritmo de la lluvia…

Historias cotidianas (2 de noviembre del 2009)

Pensaba que la vida sin ella sería otra vida, que sencillamente la vida se escurriría entre sus manos, dejando pasar el tiempo con ligereza, como si este se tratara de un regalo no deseado. Escucho canciones y baladas tristes dentro de la desidia, de aquel dejarse ir. Pero la verdad fue diferente, el tiempo más breve de lo imaginado curo sus heridas, allí donde solamente hubo sollozos volvieron a generarse sonrisas y las imágenes del pasado fueron quedando difusas. Conocía a otras mujeres que le agradaron más que aquella del pasado, recorrió caminos en que los sentimientos fueron nuevos e inexplorados. Apenas quedo del dolor un puñado de canciones y unos cuantos poemas, el dolor fue tan intenso como efímero. No recordó nada, no pensó en otras vidas…

Historias cotidianas (1 de Noviembre del 2009)

Había un fantasma en aquella casa, un espíritu tan antiguo que nadie conocía su origen, pero que formaba parte de la vida de aquella residencia como lo eran aquellos habitantes vivos que moraban en ella. Se trataba del fantasma familiar que le daba mayor rango a la casa. De esa manera no era una vulgar morada sino una casa encantada. No resultaba extremadamente agradable convivir con él, en ocasiones les sorprendía en las más diversas actividades que se veían interrumpidas por su acción. No hablaba, solamente se manifestaba en por las diversas estancias de la casa, moviendo objetos de lugar o causando auténticos sustos a quien se cruzase en su camino. Los días de tempestad parecía sentirse especialmente enojado por el clima y en esas jornadas su actividad era frenética, desordenando y asustando por doquier…

Historias cotidianas (31 de octubre del 2009)

El viento sacudía puertas y contraventanas a través de toda la casa. En la llanura se había levantado el viento de forma violenta y las nubes corrían por el cielo como si de una carrera entre ellas se tratara. Ella salió rápida a recoger la ropa que se sacudía ferozmente entre las cuerdas de tender, las sabanas blancas y limpias semejaban banderas de la paz que invocasen a un armisticio al fuerte viento, que la dominaba y las llevaba a danzar a su voluntad. Los arboles batían sus ramas perdiendo las ultimas hojas secas que les quedaban y llenando el suelo de una alfombra de hojas. Mientras ella recogía la ropa, su hijo mayor comenzó a cerrar las ventanas y contraventanas, asegurándolas ante aquella borrasca. El más pequeño de sus hijos permanecía escondido en su habitación, temeroso de que aquel viento lo capturase y lo llevase al reino de Oz…

Historias cotidianas (30 de octubre del 2009)

Cuando los padrinos pusieron frente a ellos las pistolas, ambos se dieron cuenta del error que estaban a punto de cometer. Las afrentas de honor estaban muy en boga entre la alta sociedad, todo buen burgués o noble había como mínimo visto puesta en juego su vida en alguna ocasión. Aquellos que no lo habían hecho eran prácticamente despreciados y excluidos de todos los círculos. Una persona incapaz de defender su dignidad con su vida no era una persona capaz de ocupar un rango social alto. El deber de estos era dar ejemplo al pueblo llano con su valor. Pero en aquella neblinosa mañana los dos duelistas no estaban muy conformes con el rol que les había correspondido. La afrenta podía haberse librado en un salón de juego con un apretón de manos y una copa de Armañac, al calor de un buen fuego. Pero ya era tarde, los padrinos se retiraban de la línea de fuego cargados con sus capas y dialogando cordialmente, al fin y al cabo no era su vida la que estaba en juego. Cuando juntaron sus espaldas notaron el calor que trasmitía el contrincante, agradable en la fría mañana en la que una de los dos perdería la vida o el honor…

Historias cotidianas (29 de octubre del 2009)

La muerte siempre ha sido un buen negocio, le decía su padre a menudo. Nunca entraran en crisis los funerales, la gente querrá incinerar o enterrar a sus personas queridas. Y en eso no se había equivocado nunca su padre. El negocio funcionaba como siempre, sin excesivos picos en ningún sentido, simplemente de forma lineal, tal y como llegaba la muerte. Criarse como el heredero de unas pompas fúnebres no es demasiado fácil dada la crueldad de los niños, pero al fin y al cabo estar constantemente rodeado de la muerte da una perspectiva sobre la vida, de la que gran parte de la humanidad carece. Desde la cuna tenía el futuro garantizado, entonces para que preocupar. La vida fluye hacia la muerte, por lo que obsesionarse demasiado en la cosas era un error. Siempre había pensado que aquel era un trabajo de gente gris y sombra, llena de amargura; pero aquello era una grave equivocación, vivir de la muerte hacia paladear aun más la vida…

Historias cotidianas (28 de octubre del 2009)

El parque estaba vacío, a aquellas horas todo el mundo estaba todavía retenido por sus trabajos. Pero el se había escapado antes solamente para sentir aquella sensación. No había nadie solamente la primera sensación de un otoño que estaba llegando. Corría un viento frio y seco que había dejado el cielo del atardecer de azul inmaculado, pronto oscurecería y la tarde se convertiría en una noche fría. Paseaba sin rumbo ni destino entre las calles del parque, que empezaban a verse invadidas por las hojas secas. Montañas de hojas secas que crujían al ser pisadas, hermosas hojas que habían pasado ya todo su ciclo vital y ahora languidecían en el suelo empujadas por el viento. Empezó a sentir frio en la cara y subió el cuello de su abrigo, venia la fría noche…

Historias cotidianas (27 de octubre del 2009)

En la habitación había una invasión real de juguetes, osos de peluche, ciudades lego, coches de todas las medidas y colores, que serian el disfrute de cualquier niño. Todo lo que cualquier niño pudiese soñar estaba retenido en aquellas cuatro paredes, pero nadie hacia uso de todo aquello, desde hacia tiempo parecía todo abandonado. Lo único en aquella habitación que el tocaba era la foto de sus padres, de todo era lo más deseado por el niño y de todo era su deseo mas inalcanzable. Vivía separado de ellos por una puerta, pero esta mas que dividir los espacios vitales de una casa, parecían separar universos lejanos. Apenas veía a sus padres que se escudaban en poder proporcionarle todo lo que desease gracias a sus ocupaciones. Ya no creía en Santa Claus ni en los Reyes Magos, el año pasado les había pedido una sonrisa de su padre y a cambio le habían traído una consola de videojuegos que descansaba todavía dentro de su caja por algún rincón de su cuarto. Se sentía abandonado como los muñecos que había en la habitación…

Historias cotidianas (26 de octubre del 2009)

Esperaban el milagro que les había sido prometido. Aguardaban en sus casas protegidos del frio helador del invierno a que la mano de dios interviniese en su favor y cortase la barrera de hielo que inundaba la bahía. Ya llevaban tres meses de invierno y el escorbuto empezaba a propagarse como la pólvora en la ciudad. Nadie confiaba en nadie y todos se refugiaban en sus rezos. Las semanas anteriores habían ardido en la hoguera algunas mujeres acusadas de todos los males existentes en la ciudad, pero ni de esa manera se había calmado la ira de dios, sobre ellos seguía cayendo aquel castigo en forma de muerte lenta causada por el frio y la falta de alimentos. El reverendo les decía que dios les castigaba por su soberbia, por su falta de fe y por su exceso de codicia. La fría mano de dios caería sobre ellos y ellos creían en todas aquellas palabras, ignorantes de cualquier otra realidad que se les pudiese ofrecer…

Historias cotidianas (25 de octubre del 2009)

Eran grandes avenidas aquellas por la que circulaba, avenidas llenas de gente y trafico. Casi no se podía circular por ellas, anquen nuca hubiese conocido espacios tan grandes. Del suelo brotaba una calima provocada por el calor de los motores y la humedad del ambiente. Era una ciudad gris, fría, impersonal. La suciedad surgía de los mismos edificios, manchados por los años de exposición a la contaminación. Las papeleras rebosaban de residuos que parecían dejados allí perpetuamente. La gente vestía en colores neutros como si la misma contaminación que ensombrecía la ciudad les estuviese corrompiendo a ellos también. Por doquier se vean chimeneas y salidas de humo que alimentaban el ambiente. El aire era de un sabor extraño, como si el oxido pudiese transformarse en un gas respirable. La ciudad se moría poco a poco, abandonada a su suerte…

Historias cotidianas (24 de octubre del 2009)

Nadie esperaba que defendieran aquella posición, nadie sabía que estaban allí y ni siquiera tenían un mapa donde pudiesen saber donde se encontraban. Estaban en medio de una llanura llena de polvo y lagartijas, asediados por un enemigo invisible, del que la única noticia que tenían eran los canticos nocturnos y el reflejo sobre el cielo de sus hogueras. A quien podía interesarle que ellos hubiesen llegado a aquel extraño lugar, no se oía el trinar de los pájaros, solamente el silbido del viento que por momentos los ensordecía. Nunca saldrían de allí y de eso estaban seguros, pero porque tanto encono en defender una frontera que habían trazado sobre un mapa personas que se hallaban demasiado lejos del remoto rincón en el que se encontraban. Ya habían empezado las primeras rebeliones entre ellos, incluso algún suicidio, nadie sabía que les esperaba y ese era el peor de los horrores que podían soportar…

Historias cotidianas (23 de octubre del 2009)

En el jardín rodeado de un seto alto estaba la caseta del perro. Era una de aquellas típicas casetas con techo de dos aguas rojo y paredes blancas, formaba parte del jardín al igual que los setos, los rosales y los ridículos gnomos que decoraban el espacio. Atado a su cadena permanecía aquel gran danés, era demasiado grande para aquella caseta, pero importaba poco ya que una más grande desluciría el conjunto. De hecho más de una vez habían pensado que aquel enorme gran danés también deslucía, tal vez quedaría mejor un bóxer francés o un pastor belga. Aquella gran bestia que de cachorro había hecho las delicias de todos, ahora era menos importante que la caseta que habitaba. Ajeno a todo el permanecía vigilante sobre el césped…

Historias cotidianas (22 de octubre del 2009)

Cerca de su casa le gustaba pasear por el frondoso bosque, era una bosque de hayas antiguo como lo era todo en aquellas tierras, nacidas y mantenidas desde la misma creación. Era un bosque rico en vida, lleno de pequeñas bestias que consideraban a los viejos arboles como sus padres. En las sombras el frio era más intenso que en ningún otro lugar y las bestias que lo habitaban las evitaban siempre que podían. En aquellas sombras moraban los espíritus oscuros de los primeros tiempos, espíritus de todos aquellos seres que en algún tiempo habían dado vida a aquel lugar y que ahora solamente descansaban en esos fríos rincones. Había espacio para todos y por ello todos, aunque temerosos de los espíritus, los respetaban por su pasado y por su antigüedad…

domingo, 1 de noviembre de 2009

Historias Cotidianas (21 de octubre del 2009)

Era un extraño oficio en los tiempos que corrían, era una manera diferente manera de ganarse la vida. Se sentía emparentado con los astronautas y quien no ha querido ser astronauta de pequeño. El vivía aquella experiencia en su turno de siete horas, sin tocar el suelo, siempre en movimiento a través del aire. Quedaban pocos de aquellos ascensores, de hecho ya le habían dicho que cuando se jubilase cambiarían toda la maquinaria y su puesto de ascensorista quedaría solamente en el recuerdo de todos los que durante tantos años había visitado el Hotel. Le costaba acostumbrarse a una vida lejos de su trabajo, era un animal de costumbres y la sonrisa parecía impuesta en su cara por una cirugía facial. Nadie sabía lo difícil que podía ser la vida con los pies en el suelo, acostumbrado a recorrer el aire…

Historias Cotidianas (20 de octubre del 2009)

Kelly descansaba sobre su cama y estaba cansada, terriblemente cansada. Cuando Jonás se tumbo junto a ella, giro la cabeza dándole la espalda, no tenía ganas de retozar con él, solamente deseaba descansar. Al poner las manos bajo su cara sintió su tacto áspero sobre su piel, estaban echadas a perder por el producto que usaban para limpiar. Le costaba encontrar una postura cómoda y Jonás no paraba de buscar su cuerpo. Era demasiado violento estar así, pero solamente deseaba que el se diese cuenta de la situación. No se sentía persona ni mujer, no se sentía útil ni humana, no era nada y como la nada deseaba disolverse dentro de un sueño largo del que nunca debería despertarse. Sintió la erección de Jonás entre sus nalgas y no se movió…

Historias Cotidianas (19 de octubre del 2009)

Sobre el asfalto solamente quedaron restos de cristales y aceite, también en uno de los márgenes de la carretera quedo una gran mancha de sangre. Muestra de la fugaz agonía de alguien del que nadie llego a conocer su nombre y de la cual el agente de policía quería deshacerse con celeridad. El dispositivo después del accidente se iba disolviendo poco a poco y solamente quedaban una pareja de policías que miraban indiferentes todas aquellas señales que restaban sobre la calzada. No llevaban serrín en el coche, por lo que debían esperar a los servicios de limpieza para borrar todo aquello de sus vidas, limpiar sus conciencias ya insensibles de la muerte de aquel conductor anónimo, víctima de su propia prisa. No eran insensibles a la muerte, pero cada día que pasaba veían alguna mas y eso les hacia darle cada día menos importancia a la vida, que en un último instante se transformaba en una simple mancha de sangre sobre el asfalto…

Historias Cotidianas (18 de octubre del 2009)

Ahora que el oxido se lo empezaba a comer, recordaba que alguno de sus mejore s momentos se habían vivido en aquel pequeño coche color butano. Era el pasaje que habían tenido para vivir mil historias en su infancia y que ahora se derrumbaba sobre sí mismo, como si todas esas batallas que ahora evocaba con ternura cayeran sobre él con el peso de todos los años transcurridos. El peso de todas las vidas que se habían transformado en su interior, de la niñez a la adolescencia, de la plenitud a la vejez. Quedaba como mudo testigo de aquel devenir por la vida de todos ellos. Descansaba de todo aquel transito en la vieja cochera de su padre, abandonado a su suerte. Hacía años se habían perdido sus llaves y su padre jamás se quiso deshacer de él, ahora con la muerte de su padre vendría la desaparición de aquella otra parte de sus vidas, como desaparecen los restos de los recuerdos en las mentes que desean olvidar…

Historias Cotidianas (17 de octubre del 2009)

Cuando vio por primera vez la puerta de Brandemburgo había dos mundos alrededor de ella, separados por muros y alambre de espino. Dos mundos de personas tan diferentes que vestían de la misma forma y hablaban una misma lengua, pero se sentían extraños entre ellos, enemigos por el mero hecho de querer sentirse diferentes. Los Trabi y los Lada, contra los Audi Y los Volkswagen. Dos naciones con una sola identidad que solamente se pudo ver en la caída de la barrera de la que sacaban sus argumentos. Nadie lo piensa ahora cuando celebra la llegada del año nuevo entre música y fuegos artificiales, que en aquellos mismos lugares cayeron muertas persona por el simple motivo de querer hacer lo que ahora todos consideran normal, ser iguales…

Historias Cotidianas (16 de octubre del 2009)

La sombra era la protagonista de todos sus sueños de infancia, tal vez una sombra demasiado siniestra para recorrer los sueños de un niño, pero era un miedo tan real en aquellos tiempos que trascendían la realidad para invadir las horas de ensueño. A veces no llegaba a los sueño o sencillamente pensaba en ello antes de dormir, intentando que los siniestros sueños de destrucción llegasen. Habían sido tiempos extraños, en que la muerte podía venir desde cualquier lugar del mundo y en que una guerra no tendría ni ganadores ni perdedores. Periódicamente había documentales en que se narraban las experiencias de Nagasaki o Hiroshima, otros narraban el poderío de los dos grandes bloques en medio de los cuales había vivido él. La sombra de una gran seta nuclear, repetida una y otra vez…

Historias Cotidianas (15 de octubre del 2009)

En la plaza del mercado los puestos estaban prácticamente vacios de productos, aun así una gran cantidad de gente invadía las desorganizadas calles que lo constituían. Miraban con ojos codiciosos cualquier producto que se encontrase sobre las mesas de los comerciantes. Cualquiera de ellos era sometido a un análisis detallado tras el cual se producía el tradicional regateo, no todo podía costar lo que los mercaderes dijesen. En aquellos momentos todo era materia de discusión. Por momentos las voces tumultuosas de mercaderes, clientes, niños y animales quedaban mudas cuando algún obús rasgaba el cielo. Todos eran conocedores de los riesgos inherentes a aquella excursión al mercado, pero la vida no podía ser detenida por la muerte, la muerte era la consecuencia de una vida y nadie parecía querer dejar de vivir…