lunes, 30 de noviembre de 2009

Historias cotidianas (28 de noviembre del 2009)

No era que se sintiese especialmente a gusto en aquella nueva escuela a la que le habían llevado sus padres. La verdad era que aquello era más una cárcel que un colegio. Los rígidos profesores eran demasiado propensos al castigo físico y las sirvientas que les ayudaban en sus quehaceres diarios eran tan insensibles como auténticos pedazos de piedra. Era un lugar frio y desangelado en el que ni en las mas frías noches de invierno se encendía la calefacción, el carbón debía ser racionado en tiempos de guerra les decían y de esa manera los sabañones poblaban las manos de la mayoría de los alumnos. Estos hechos no eran vistos más que como partes esenciales de su etapa educativa y se les debía demostrara que de esta manera su proceder a la llegada de la madurez seria ejemplar entre el resto de la sociedad. El mas mínimo acercamiento a una mujer era castigado aun con más celeridad e incluso a la hora de impartir estos últimos se podía distinguir una especial saña por parte de sus educadores, por otra parte personajes misóginos cuyas inquietudes eran sino inquietantes, mal este la redundancia…

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