lunes, 30 de noviembre de 2009

Historias cotidianas (20 de noviembre del 2009)

La luna en cuarto menguante apenas era un hilo de luz entre la inmensidad del cielo y parecía perezosa como todo el mundo que bajo ella se extendía en aquella calurosa noche de julio. Todos intentaban combatir el terrible bochorno de la mejor manera posible, las luces de las casa estaban encendidas a pesar de ser altas horas de la madrugada. Los llantos infantiles eran la música estridente de aquella vigilia gobernada por las altas temperaturas. Había grupos de adultos en las aceras, sentados cómodamente en sillas que dejaban pasar las horas embarcados en las más diversas conversaciones, que solamente eran interrumpidas por algún trago de agua que refrescase sus sofocadas gargantas. Las fuentes de los parques eran lugar de reunión para los más jóvenes que dejaban las palabras para otras horas y sumergían sus cuerpos desnudos en la fría agua…

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