lunes, 30 de noviembre de 2009

Historias cotidianas (21 de noviembre del 2009)

Siempre sonaba la radio en el vecindario, siempre alguien la tenia encendida permitiendo que los menos afortunados pudiesen regalarse los oídos con el folletín de la tarde o con el programa de canciones dedicadas de la tarde. Su sonido no era extraño a nadie y por ello como en un orden establecido siempre había programación al servicio del barrio. Como en cualquier lugar los vecinos inconformes elevaban sus críticas por encima del volumen de las radios, pero como a patéticos fantasmas, nadie parecía prestarles la más mínima atención. Aquella era la forma de ser de la barriada en que la mayoría parecía capaz de aplastar la más mínima rebelión, justificando cualquier acto con la excusa necesaria, por muy inverosímil que esta pudiese parecer…

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