martes, 10 de noviembre de 2009

Historias cotidianas

Desde el silencio de la vigilia sonaba el viento en exterior de la casa agitando las ramas de los arboles, que rasgaban los cristales de su habitación como si lo único que deseasen fuese huir del temporal que los azotaba, cobijarse junto a él en su cálida y confortable habitación. Pero por mucho que lo desease no podía abrirles la ventana, sus padres le tenían terminantemente prohibido abrir las ventanas durante el temporal. Además su habitación era angosta para dar cabida a los hermosos arboles que poblaban su jardín. Estaba tapado hasta el cuello por el mullido nórdico que le habían regalado, sentía un calor agradable debajo de él y dejaba que su mente vagase a través de esa sensación de confort. Al día siguiente bajaría al jardín y les explicaría a sus amigos los arboles sus dulces ensoñaciones, para mitigarles los males causados por el viento y la lluvia…

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