miércoles, 4 de noviembre de 2009

Historias cotidianas (26 de octubre del 2009)

Esperaban el milagro que les había sido prometido. Aguardaban en sus casas protegidos del frio helador del invierno a que la mano de dios interviniese en su favor y cortase la barrera de hielo que inundaba la bahía. Ya llevaban tres meses de invierno y el escorbuto empezaba a propagarse como la pólvora en la ciudad. Nadie confiaba en nadie y todos se refugiaban en sus rezos. Las semanas anteriores habían ardido en la hoguera algunas mujeres acusadas de todos los males existentes en la ciudad, pero ni de esa manera se había calmado la ira de dios, sobre ellos seguía cayendo aquel castigo en forma de muerte lenta causada por el frio y la falta de alimentos. El reverendo les decía que dios les castigaba por su soberbia, por su falta de fe y por su exceso de codicia. La fría mano de dios caería sobre ellos y ellos creían en todas aquellas palabras, ignorantes de cualquier otra realidad que se les pudiese ofrecer…

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