lunes, 30 de noviembre de 2009

Historias cotidianas (27 de noviembre del 2009)

No era fácil pasear en aquella sombría tarde por el bosque, la senda estaba ligeramente embarrada por los días de lluvia que habían precedido a aquel en el que se encontraban y la propia tarde intempestiva invitaba poco a permanecer por aquella senda, rodeados por ráfagas de viento frio que cubría sus piernas de hojas secas y ligeramente manchadas que estropeaban sus ropas de domingo. Pero allí debía estar, en su paseo semanal con su prometida, siempre seguidos a una distancia prudencial por la tía soltera de ella, que se encargaba de que cualquier mínimo gesto o intento de acercamiento por su parte se viera sofocado por su sola y sobria presencia. Estaban en aquella parte del festejo en la que él debía mostrarse tan cortes como sumiso a cualquier requerimiento por parte de ella, siempre observados por la carabina que los acompañaba en cada movimiento fuera y dentro de la casa. Aquella mirada de arpía le perforaba la nuca haciéndole sentir especialmente incomodo, tanto que en ocasiones solamente pensaba en las cosas que le pudiesen suceder a la carabina, sin ni tan solo prestar atención a las ligeras caídas de ojos de su prometida…

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