sábado, 28 de noviembre de 2009

Historias cotidianas (14 de noviembre del 2009)

El público saltaba y bailaba, se contorsionaba de manera espasmódica mientras ellos desgranaban sus más viejas canciones. Aquellas que habían escrito cuando tenían que trabajar de otras cosas a parte de la música y sus sonidos eran puros como sus expectativas. En aquellas encontraban el aliento para continuar tocando, el espíritu que había unido aquella banda se había perdido hacia tiempo, desde que el dinero empezó a entrar en sus vidas y como un mando a distancia dominar cada uno de sus movimientos. Continuaban en el tajo veinte años después, pero sus cuerpos habían envejecido más que esos veinte años, castigados por la necesidad de exprimir unos cerebros que ya no exhalaban frescura. Sentían un puñal al ver que el público en sus conciertos permanecía indiferente ante sus nuevas obras, eran un peso demasiado grande para sus egos, ya demasiado inflados desde que opinión pública empezó a conocer todos los detalles de sus vidas…

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