sábado, 28 de noviembre de 2009

Historias cotidianas (13 de noviembre del 2009)

En el salón de baile apenas nadie era capaz de mover un solo musculo, sin una bien calculada precisión. Todos eran esclavos de una etiqueta y de una valoración social que debía siempre ser tenida en cuenta cuando sonaba un vals o una polka. Nadie era libre de moverse por aquel salón sin tener en cuenta las rígidas reglas que regían aquellos bailes aéreos, que para él no conocedor parecerían parte de una grácil naturalidad y que en cambio estaba llenos de la contención y el sosiego que debía dominar a todos sus protagonistas. Desde las sillas las señoras de mayor edad, protectoras de aquellas reglas, controlaban aquellos impulsos que podían invadir el ánimo de algún osado caballero, con sus miradas frías cultivadas en los cientos de bailes que habían presenciado…

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