domingo, 1 de noviembre de 2009

Historias Cotidianas (21 de octubre del 2009)

Era un extraño oficio en los tiempos que corrían, era una manera diferente manera de ganarse la vida. Se sentía emparentado con los astronautas y quien no ha querido ser astronauta de pequeño. El vivía aquella experiencia en su turno de siete horas, sin tocar el suelo, siempre en movimiento a través del aire. Quedaban pocos de aquellos ascensores, de hecho ya le habían dicho que cuando se jubilase cambiarían toda la maquinaria y su puesto de ascensorista quedaría solamente en el recuerdo de todos los que durante tantos años había visitado el Hotel. Le costaba acostumbrarse a una vida lejos de su trabajo, era un animal de costumbres y la sonrisa parecía impuesta en su cara por una cirugía facial. Nadie sabía lo difícil que podía ser la vida con los pies en el suelo, acostumbrado a recorrer el aire…

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