jueves, 30 de julio de 2009

Historias Cotidianas

Desde el mismo momento en que empezaron a llenar bolsas con oro en el rio, la pequeña aldea de montaña se había convertido en una autentica ciudad, repleta de servicios para todo aquel aventurero que desease buscarse la vida allí. Apenas quedaba nada de las viejas granjas. Ahora todos regentaban licorerías, bares, ultramarinos…Ya nadie cultivaba las tierras, las que las malas hierbas se habían adueñado de los que un día habían sido tierras de cultivo y pastoreo. La gente llegaba día tras día en busca de fortuna, los antiguos habitantes se mezclaban con todos aquellos recién llegados. Nadie conocía a nadie y no había noche en que las calles no se cubriesen de sangre de algún desdichado al que el alcohol le había convertido en alguien más valiente de lo que él mismo pensaba. Un antiguo pastor ejercía de sepulturero, con un traje de satén una talla grande, siempre había trabajo para él, mientras sembraba sus antiguas tierras de pastoreo de cruces de desconocidos…

No hay comentarios: