domingo, 26 de julio de 2009

Historias Cotidianas (18 de Julio del 2009)

Mientras intentaban apagar los últimos fuegos, se oían desde lejos lo gemidos de las personas atrapadas entre los escombros de los edificios derrumbados. En ocasiones se debía ir con cuidado entre los cascotes, ya que nuevos derrumbes podían acosar a los rescatadores y convertirlos así mismo en presas. El polvo había formado una niebla estable en el ambiente y no parecía dispuesta a disolverse, apenas corría el aire y el poco que llegaba a los pulmones era sucio por el hollín y el polvo. Llegaba el rumor que toda la ciudad se había venido abajo, que dios los había castigado por algún oscuro motivo y que no les había permitido salvar nada. En las primeras horas la gente corría de un lugar a otro intentando ver algún familiar a salvo. Pero las horas les habían hecho pensar en el milagro de seguir vivos y que aquello era suficiente. Se habían desatado explosiones de gas y ello había causado más víctimas entre los bomberos y los cuerpos de rescate. Los arboles inclinados arrancados de la tierra como si esta los rechazase, enseñaban sus raíces como si los hubiesen desnudado de vida. Nada había excepto gemidos y la gente que lloraba en los rincones…

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