domingo, 26 de julio de 2009

Historias Cotidianas (20 de Julio del 2009)

Había llegado el invierno sin avisar, después de unos radiantes días de primavera habían bajado las temperaturas y el cielo hasta entonces azul, se había cubierta de unas oscuras nubes que no daban esperanzas a nada que no fuera una sucesión de días fríos y lluviosos. Aquellos cambios ya no le suponían ninguna sorpresa, después de tantos años a la intemperie, sus huesos eran un perfecto barómetro que le avanzaba cualquier cambio climatológico. Ya hacia más de una semana que había encontrado un almacén abandonado en la zona de los polígonos donde nadie le molestaría. Tenía un buen techo de uralita, que el tiempo y el abandono apenas habían deteriorado, tenía unos despachos en una de las esquinas en los que los cristales permanecían enteros. En uno de ellos había establecido su nuevo domicilio. Había recogido nuevos cartones y había llevado un buen bidón de gasolina que sirviese de estufa y cocina. Se había desecho de los pertrechos de verano, deteriorados después del paso del verano y se había hecho con nuevos para el invierno. Llevaba tantos años buscando, que le resultaba natural encontrar todo aquello que necesitaba en los restos abandonados por los demás…

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