domingo, 15 de febrero de 2009

Historias cotidianas

A cada bomba que caía ella cogía con mayor fuerza la biblia que tenia entre las manos, les habían dicho que el final estaba cerca, los ingleses llevaban ya tres días bombardeando la ciudad noche y día, hora tras hora el paisaje de la ciudad iba quedando cada vez más a nivel de suelo. Donde antes había estado el mercado de abastos ya no quedaba nada más que hierros retorcidos y humo. Decían que la gente moría a centenares, pero ella allí escondida en aquel pequeño bajo continuaba con vida amarrada a lo único que creía que la salvaría de aquel infierno, su biblia. Aquella biblia que le habían dado sus padres antes de ser deportados, aquella biblia que contenía un trozo de metralla que había detenido cuando se dirigía a su pecho, aquella biblia que retenía con fuerza entre las manos porque era lo único que la guerra le había dejado…

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