sábado, 31 de enero de 2009

Historias cotidianas

Nadie lo podía preverlo, nadie en aquel invierno pudo soñar con que la situación se disparara hasta aquellos extremos. Los sueños se rompieron, las esperanzas que hasta aquel momento todos habíamos tenido se disiparon con la misma velocidad que el hambre se adueño de todos y cada uno de nosotros. El pánico llego a todos nosotros mientras el dinero que llevábamos en los bolsillos se transformaba en polvo, en polvo que ya no nos alimentaba. El drama llegaba desde cualquier lugar del mundo, el drama nos hizo cobardes y la cobardía se transformo en locura. La humanidad empezó a devorarse entre ella, convirtiendo el valor de las personas en un precio asumible para su sacrificio por el bien general…

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