viernes, 2 de enero de 2009

Historias cotidianas

Tantos días sin sol habían dejado la tierra húmeda, el barro se pegaba a sus botas mientras caminaba sendero arriba en busca del ganado. Hacia tantos días que le abrazaba aquella niebla que incluso al llegar a su refugio y ponerse cerca de la lumbre del fuego le parecía ver borroso. No recordaba cuanto tiempo llevaba el cielo así, tal vez tanto como el que llevaba recluido en aquella braña perdida en las montañas. Sintió frio en las manos y las froto enérgicamente, sabia que de poco o nada serviría, que aquella sensación no se iría de su cuerpo hasta la llegada de los primeros días del verano, que bañarían aquellas verdes montañas de luz y calor, pero todavía quedaba tanto para el verano…

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