sábado, 24 de enero de 2009

Historias cotidianas

Como cada martes por la tarde un batido de avellanas y un frappuccino de menta en el Txioka. Como cada martes aquella hora escasa en la que compartían todos aquellos pequeños gestos cómplices, aquellas sonrisas que luego se llevaban al resto de sus días para hacer de ellos un lugar más agradable. El tiempo siempre se hacía corto, siempre acababan demasiado pronto, siempre les quedaba algo por decir, siempre les quedaba alguna caricia por compartir. Nunca podían dejar que aquella relación se viera iluminada por el sol, nunca llegaban juntos ni se iban juntos. Nunca…

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