viernes, 9 de enero de 2009

Historias cotidianas

Mientras subía las escaleras la vibración de la sala hacia que las paredes vibrasen al ritmo frenético que el predicador imponía dentro. Poco a poco ascendía por aquella escalera, como si de un ascenso celestial se tratara y el se dirigiera hacia su verdadera rehabilitación frente al pueblo allí congregado. Aquella peculiar capilla llena de adeptos que elevaban sus manos hacia un predicador que envía su mensaje a través de los labios de otros. La penumbra apenas le permitía ver al resto de adeptos, que como él accedían a su interior o bien que escapaban tras recibir el mensaje salvador. Un enorme individuo, un San Pedro con línea directa hacia un dios que se escondía tras una cámara de video, le abrió la puerta de la sala. Una llamarada de luz de varios colores le rodeo…

No hay comentarios: