viernes, 20 de marzo de 2009

Historias cotidianas

Lucila se sentía feliz. Corría sobre el llano seco como cada día después de su jornada escolar. Corría sobre aquellas pistas abiertas entre la jungla levantando grandes nubes de polvo. Quería creer que era una princesa huyendo hacia la libertad en medio de aquella niebla. Caía ya la tarde y el sol al caer hacia brillar sus ojos como dos estrellas diurnas. Era inmensamente feliz en aquella situación y la realidad era que no sabía porque. Era feliz por el puro hecho de estar en aquel lugar y sentirse libre. Esa libertad que tarde o temprano perdería, pero que en aquel instante golpeaba su rostro mezclada con los mil olores que había en el aire. Lucila corría y corría, Lucila era feliz…

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