lunes, 16 de marzo de 2009

Historias cotidianas

Se despertó en medio de una pesadilla y tardo unos instantes en darse cuenta de donde se encontraba. Últimamente acostumbraban a pasarle esas cosas. No solo las pesadillas sino la desorientación. No era la primera vez en las últimas semanas que habían tenido que montar una batida de búsqueda para él. Pero al fin y al cabo aquel día cumplía los cien años, que esperaban de él aquellos que lo encontraban tras unas pocas horas de búsqueda sentado en un parque en la parte opuesta de la ciudad. Era sorprendente lo poco que significaba ahora el tiempo. Hacía años que había dejado su Seiko de oro en su mesita de noche, únicamente se orientaba por horas de sol y horas de noche, incluso las confundía muchas veces merendando de madrugada y desayunando a últimas horas de la tarde, pero siempre con rigor y manteniendo los cinco ciclos necesarios de alimentación. No recordaba que clase de pesadilla lo había despertado y de hecho no sabía porque estaba en la cama, cumplía cian años y eso no se celebraba acostado…

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