lunes, 14 de diciembre de 2009

Historias cotidianas

Siempre pensé que debía existir un infierno especial donde colgasen de largas y ásperas sogas los cobardes, siempre lo pensé en mi juventud, todos y cada uno de los días en que fui honesto y tuve la mirada limpia, todos los días anteriores a tener mis testículos conectados a una bobina eléctrica. Si Edison supiese las diversas utilidades de su invento, si supiese el poder que tiene la electricidad sobre la mente humana, si conociese lo fácil que es corromper el alma más pura a través de la corriente eléctrica. Tal vez entonces pensé que debía ser él quien debía de colgar de una soga en el infierno, justo antes de romperme por dentro y desear ser yo mismo el que colgase de una soga, justo en el momento en el que delate a todos y cada uno mis compañeros, justo hasta el momento en que incrimine a gente que ni tan solo conocía ni había oído nombrar hasta aquel momento. Mientras elevaban la potencia me evadía pensando cuan larga debía de ser la cuerda y lo alto desde donde debía caer, pensaba en qué clase de infierno merecía yo mismo…

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