martes, 29 de diciembre de 2009

Historias cotidianas (17 de diciembre del 2009)

Abrió los ojos todo lo que pudo para poder ver algo en la oscuridad, el silencio le resultaba inquietante y únicamente a lo lejos se veía las luces de la aldea. Desde pequeño, aunque aquel siempre había sido su territorio, le podía aquella inquietud al pasear por la noche. Prefería que aquellas excursiones nocturnas las protagonizase su hermano mayor, pero desde que este había abandonado el hogar familiar para ganarse la vida en la metrópolis, era responsable de la vigilancia del ganado. Sentía el frio a través de la chaqueta y el cielo estrellado, limpio de cualquier nube, anunciaba la helada. El suelo estaba húmedo por la lluvia de las semanas anteriores, le costaba caminar en aquellas condiciones cuando a lo lejos empezaron a sonar los cencerros de las vacas…

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