martes, 29 de diciembre de 2009

Historias cotidianas (18 de diciembre del 2009)

Tenía el cuerpo lleno de pústulas, se habían extendido rápidamente desde sus manos al resto de su cuerpo. Tenían una coraza dura y rojiza, impenetrable, apenas le causaban molestias, ni dolor ni picores, solamente cuando se habría como un capullo en primavera, desvelaban su contenido, una liquido acuoso y amarillento de un olor repugnante. En ese momento liberaban el veneno que contenían y el dolor se tornaba intenso. La fiebre le anunciaba cuando una de ellas iba a mostrarse con su cara más perversa, aumentando, disparándose alarmantemente. Ya hacía días que reposaba en su lecho por ello, no era un espectáculo agradable de ver la verdad, nadie quería saber de él, pero algunos niños curiosos se acercaban hasta su casa y se asomaban a la ventana de su cuarto para verlo como si tratase de un fenómeno ferial…

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