viernes, 9 de octubre de 2009

Historias cotidianas (29 de septiembre del 2009)

La sala del banquete estaba llena a rebosar. Había todo tipo de gorrones y desaprensivos, incluso se miraba fijamente podía verse algún que otro ladrón de medio pelo sumergiéndose bajo las largas mesas en busca de las bolsas de oro de los mas aposentados y ricos señores del reino. Mientras el rey lo presenciaba todo ebrio de vino de las regiones cálidas del sur, que traían una borrachera suave como el clima que había cuidado a las uvas de las que procedían. No quería ser consciente de nada, ya no gobernaba, para ello había un gobierno de sabios elegidos por él para poder entregarse a su mayor placer, los banquetes. Acostumbraban a venir demasiadas personas, por ello en las puertas del salón de banquetes la guardia del rey vigilaba que nadie intentase entrar una vez comenzada la celebración. Aquellos eran los únicos momentos de su reinado en el que realmente se sentía monarca de toda aquella plebe sumido en sus brumas etílicas…

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