sábado, 24 de octubre de 2009

Historias cotidianas (12 de Octubre del 2009)

El corral estaba lleno de barro y el cielo gris y plomizo no indicaba que fuese a cambiar ese estado de forma inmediata. Le dolían los huesos, iba a llover más. Cogió la guadaña y bajo por el camino hacia uno de los prados que rodeaban la casa. Poco a poco la afilo, con tranquilidad, pasando la piedra de afilar lentamente por el filo, hasta que tuvo la sensación de que ya era bastante. A veces su sobrino le preguntaba en qué punto sabia que la guadaña ya estaba afilada, pero para eso no tenia respuesta, llevaba tantos años afilándola que aquello era una pura sensación. Le gustaba bajar al segadero cuando la hierba estaba húmeda, notaba como al poner los pies sobre ella formaba parte de aquel paisaje…

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