viernes, 9 de octubre de 2009

Historias cotidianas (28 de septiembre del 2009)

Mientras escribía en su ordenador se sentía feliz. Nada especial había acaecido desde la noche anterior, pero estaba invadido por aquel sentimiento. Los amaneceres normalmente eran mucho más sombríos, sumergidos en densas nieblas de desesperación y locura, llenas de paranoias acerca de su propia y cercana muerte. Aquellos días en que apenas salía del lecho y en los que ovillado bajo las sabanas permanecía atento a todo aquello que se movía a su alrededor. Pero aquel día sonaban sus discos favoritos y el teclado del portátil no paraba de reflejar las historias que surgían de su mente como setas en otoño. Era una sensación de felicidad ignorante, pero después de tantos días oscuros, ¿Por qué no?...

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