sábado, 3 de octubre de 2009

Historia cotidianas (25 de septiembre del 2009)

La palomas se arracimaban a su alrededor como un autentico enjambre, apenas se veis su pequeña cabeza entre ellas y a través del sonido de sus alas, llegaba el sonido de su risa infantil. Sobre sus brazos en cruz se posaban las palomas esperando su ración de alimentos. No le gustaba que su hija hiciese aquello, normalmente después de la diversión al llegar a casa lavaba con esmero toda la ropa que llevaba y la sumergía en una bañera humeante llena de espuma como a ella le gustaba. Y siempre era una vez a la semana, como si un vínculo invisible la uniese a aquellas aves, tenían que acudir a la plaza con los restos del pan de la semana. Su premio mientras esperaba en un banco era escuchar la risa de hija a través del tumulto…

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