miércoles, 23 de septiembre de 2009

Historia cotidianas

Desde el sofá podía ver la calle desde la ventana, solamente necesitaba un pequeño gesto para establecer contacto con aquellos que caminaban tras el cristal. Pero aquellos eran unos días oscuros en los que el sol apenas atravesaba la capa de nieblas que lo rodeaban. Aquellas depresiones eran cíclicas, iban y volvían con la misma facilidad que se producía el cambio de las horas. Era como un inmenso agujero negro capaz de destruir toda aquella felicidad que encontrase en su camino, nada conseguía atravesar aquella materia oscura en la que había caído. En los inicios las lagrimas lo asolaban como una tormenta lo dejaban incapacitado para pensar, pero con los años aquella melancolía llegaba sin avisar, sin mostrar ningún indicio. Sencillamente lo dominaba desde aquel sofá desde lo que veía no eran más que sombras borrosas…

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