martes, 1 de septiembre de 2009

Historias Cotidianas (19 de Agosto del 2009)

En aquel lado de las montañas el clima era normalmente peor que en el opuesto, allí decían que el sol brillaba con fuerza en los días de verano y permitía gozar a las gentes que allí habitaban de largas jornadas en los prados verdes con el sol bronceando sus pieles. En aquel lado de la montaña el clima no era ni bueno ni malo, simplemente era monótono, la niebla cubría los prados y una lluvia fina caía constantemente, excepto en los meses de más riguroso frio en que la lluvia fina se transformaba en gruesos copos de nieve que cubrían de un grueso manto blanco todo el territorio que los ojos eran capaces de dominar. Con el frio se marchaban los mosquitos y las enfermedades que año tras año, verano tras verano, diezmaban a la población local. Los afortunados que tras una buena cosecha, estas muy escasas en aquellos pagos, se mudaban al otro lado de las montañas y nunca jamás se les volvía a ver. De esta manera poco a poco los escasos habitantes que quedaban se transformaban en sombríos fantasmas con los que la conversación era imposible y la convivencia inexistente…

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