miércoles, 9 de septiembre de 2009

Historias Cotidianas (1 de Septiembre del 2009)

Caminaron hacia el porche y recogieron las sillas, eran demasiados a comer:
-Buenos días nana.
-Buenos días Juan. Me traerás luego a la nena.
-Si nana.
No era su abuela, ni su madre, ni siquiera era sangre de su sangre, pero tenía más en común con ella que con cualquiera de las otras dos. Había cuidado a su bisabuela, luego a su abuela, a los hijos de esta y a los hijos de sus hijos. Hasta el día en que había quemado a de los niños con un biberón demasiado caliente. Desde entonces quedo en aquel porche aparcada, lejos de cualquier responsabilidad, marginada de todo aquello que ella había hecho crecer…

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