viernes, 4 de septiembre de 2009

Historias Cotidianas (25 de Agosto del 2009)

Hacía ya diez días que al caer la noche, junto al manto de oscuridad caía del cielo una lluvia de fuego que asolaba la ciudad. Ya no había descanso para nadie, durante el día debían recoger lo poco que el bombardeo nocturno hubiese dejado de sus pertenencias y en la noche con los ojos como platos esperaban que ninguna de aquellas bombas taponase la salida del refugio. Más de uno había quedado sellado y había impedido la salida de los allí cobijados. No había tiempo para desenterrarlos, por lo que lo mejor era dejarlos descansar en aquellas fosas comunes imprevistas. Las autoridades hacían oídos sordos a todos aquellos que imploraban por un armisticio. El sacrifico del pueblo llevaría a la victoria sobre los invasores. Facilitaban los entierros de las víctimas, dándoles una guardia de honor a todos y cada uno de ellos. Cada muerto era un héroe, cada héroe era un escalón hacia la victoria. De esa manera mientras caían las bombas por la noche, se creaba una escalera hacia el cielo para glorificar a los asesinos del pueblo…

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