viernes, 18 de septiembre de 2009

Historias Cotidianas

Aquella no era la pesadilla, ni siquiera tenía los ojos cerrados, no había sudor frio ni monstruos ni pasado recurrente, nada de todo eso había porque hacía demasiado tiempo que no era capaz de conciliar el sueño. Las noches se transformaban en un extraño espacio de tiempo en el que los minutos y las horas se sucediesen sin darle ningún descanso. No había descanso y no conocía a su enemigo que se convertía por momentos en él mismo poniendo los ojos en sus parpados para que no encontrara descanso. Había descubierto la banda sonora nocturna, que era un zumbido continuo, un zumbido que se introducía en su mente…

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