martes, 1 de septiembre de 2009

Historias Cotidianas (22 de Agosto del 2009)

Al llegar a casa todo estaba ya en orden, tres días a la semana una asistenta le organizaba el caos y le permitía la sensación de vivir en un lugar habitado por personas de bien. Gobernaba el silencio siempre, le gustaba aquel piso, su compra había sido fruto de una exhaustiva búsqueda por toda la ciudad. Curiosamente estaba céntrico como había deseado siempre y en cambio era tranquilo y silencioso, no había vecinos que le reprendiesen por el volumen de la música y por ello podía llegar a casa poner su equipo de música tal y como su estado de ánimo requiriese. Era su espacio vital, lo había decorado a su gusto, compro un gran sofá de tres plazas que había cubierto de cojines. Aquellos cojines siempre estaban perfectamente colocados sobre la tapicería dando la sensación de que aquel era un lugar muerto. En una ocasión le había pedido a la asistenta que antes de salir de casa reposase durante unos instantes sobre ellos para no encontrarlos de aquella forma, que algún olor diferente al suyo mismo los impregnase, para que alguna arruga indicase su uso. Le costó semanas convencer a la asistenta para que no le dejase en la estacada, pensando que se trataba de algún extraño fetichista dominado por extraños y oscuros pensamientos referentes a las mujeres…

No hay comentarios: