miércoles, 23 de septiembre de 2009

Historia cotidianas (19 de Septiembre del 2009)

Resultaba extraordinariamente complicado permanecer demasiado tiempo en la cubierta del transbordador de Oban a la isla de Barra. El frio era cortante, la fría corriente del norte traía consigo un aire que venía desde más allá de Islandia. El propio viento mantenía alejadas las nieblas que se formaban en las costas, en aquel punto intermedio entre el continente y las islas del fin de Europa la sensación de vacío era abrumadora. Nunca jamás en un lugar que exhalase una impresión enorme de naturaleza salvaje habría creído posible sentir a flor de piel una paz tan profunda. El mar era de un azul oscuro y agitaba al transbordador con la apariencia de que únicamente era un invitado más en aquel lugar y que en cualquier momento le podría hacer sucumbir…

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