viernes, 24 de abril de 2009
Historias Cotidianas
Desde las montañas de hielo hasta el valle grande el camino seguía el profundo bosque de hayas que los dioses habían regalado a los habitantes de aquellas remotas regiones, sepultadas en nieve durante más de la mitad del año. Respetaban tanto aquellos arboles como a los mismos dioses que los habían creado, a ellos les hacían ofrendas de todo tipo, como si verdaderas imágenes divinas fueran. Los niños aprendían a pasear entre aquellos arboles con un silencioso respeto, se les educaba en el respeto hacia la naturaleza y hacia todos los seres que habitaban en aquel bosque, que al alimentarse en aquel lugar pertenecían a los dioses no a los humanos. La paz reinaba en aquel lugar protegido por unas manos misteriosas…
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