domingo, 19 de abril de 2009

Historias Cotidianas

La lámpara apenas iluminaba cuando entraban en las entrañas de la tierra. Cuando el ascensor los sumergía en el pozo había tomado la costumbre de rezar un padre nuestro, hacía años que había perdido la fe, casi tantos como los que llevaba manchando de polvo negro sus pulmones, pero le ayudaba pensar que todo no era solamente aquella rutina diaria. Ya tampoco se dejaba llevar por la posibilidad de un futuro, solamente por la opción de llegar a su jubilación, que cuanto más se acercaba más lejana parecía. La maquina del ascensor siempre conseguía ponerle los pelos de punta y por muchos años que pasase nuca podría evitar sentir miedo en cuanto empezaban a hundirse. Su padre que fue minero antes que él siempre le dijo que ese miedo seria el que le mantendría vivo...

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