jueves, 2 de abril de 2009

Historias Cotidianas

Hacía más de media hora que tenía que haber llegado y no había ni rastro de él. Le empezaba a molestar aquella pequeña costumbre que tenía de llegar siempre tarde y una vez llegado de no fijarse en que ella estrenaba algo o iba maquillada o sencillamente que quería estar lo más guapa posible solamente para él. Ese día ya daba igual, diluviaba en Barcelona y todo el esfuerzo en maquillaje y peluquería se había escurrido con el agua caída del cielo. No había sido previsora y en aquella preciosa mañana de primavera quien podía pensar que por la tarde el cielo abriese el grifo de una manera tan furiosa. Mientras esperaba y una vez ya dejo de ofrecer resistencia al torrente celestial que caía, se puso a observar a la gente, era una buena manera de pasar el tiempo sin pensar en todo aquello que predestinaba el día hacia el desastre…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola de nuevo, interesantes las entradas de historias cotidianas, sigues enlazado en mi blog, cambio de desiño, pasate a ojearlo.
Saludos