martes, 25 de agosto de 2009

Historias Cotidianas (5 de Agosto del 2009)

Mientras descabalgaba sintió un profundo cansancio que recorría todo su cuerpo. Apenas se podía mover cuando puso pie a tierra, la armadura era terriblemente pesada y aparatosa. Con el guantelete de metal todavía puesto paso la mano por el lomo de su caballo, capaz de soportar todo el castigo que suponía cabalgar de sol a sol con su peso encima. Uno de los criados le ayudo a quitarse el yelmo y en aquel momento dejo que el aire le refrescase el rostro, el calor era asfixiante y aquella prisión metálica en la que estaba embutido le torturaba constantemente. Miro a su alrededor, vio el enjambre de caballeros y criados sometidos a las mismas acciones que él mismo. Cientos de personas montaban tiendas y prendían hogueras mientras el sol caía sobre el horizonte. Cuando el sol despareciese toda aquella ciudad ambulante estaría en plena actividad. Suspiro profundamente y continúo despojándose de su armadura…

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