jueves, 1 de diciembre de 2011

1 de Diciembre

Desde el poyete de la ventana mantuvo su mirada fija al cielo, no encontró nada en él, ni una nube, ni un pájaro, ni siquiera el resto del vuelo de un avión. Solamente había la inmensidad azul de un mar de aire vacio. Sentía el frio de la piedra en sus manos, que se extendía a través de sus brazos y de ahí por todo su cuerpo. Parecía que el mundo se hubiese detenido justo en aquel momento en que había dirigido su mirada hacia él. Permaneció allí con aquella sensación heladora que invadía su cuerpo, indiferente a la indiferencia, perdiéndose en un espacio tan ausente de todo como su propia vida.

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