domingo, 30 de octubre de 2011

Memoria histórica

Ayer pudimos ver otra vez uno de esos tristes espectáculos de la derecha casposa de este país. Madrid ayer pareció volver atrás cuarenta años atrás en el tiempo, la única diferencia era el emplazamiento, en vez de la Plaza de Oriente era la Plaza de la Republica Dominicana. Disfrazados de demócratas, envueltos en la bandera de España y con el consentimiento de las víctimas del terrorismo, nos dieron al resto de los españoles un baño de españolidad, de principios y de jerarquía.


En este país, la bandera se está utilizando desde hace unos años como un arma arrojadiza, arrojadiza contra la izquierda, una izquierda que es tan española como la derecha pero que no hace de esa condición un acto de pornografía publica. Las víctimas del terrorismo tienen un dolor comprensible, nadie merece morir a manos de un desconocido por sus ideas, su condición social o simplemente por ejercer su trabajo; pero las victimas y todos los que ayer se manifestaron en Madrid demostraron ayer su condición de manipulados políticos. El dolor no da derecho a nadie a creerse mejor que nadie, las ideas políticas no dan derecho a excluir al prójimo, y menos en democracia.

Hay actos, gestos y manifestaciones que demuestran la falta de discurso, o la ausencia de ideas, o lo que es peor la incapacidad de evolucionar en el discurso que procesan. Llevamos demasiados años sintiéndonos ciudadanos de segunda por no ir por la calle con una bandera española en la solapa, o por no haber caído víctimas de la barbarie terrorista, o por tener las ideas demasiado a la izquierda del eje de algunos.

Si el discurso de las victimas (teledirigido por el PP) es que son víctimas de guerra ¿Qué son las víctimas de la Guerra Civil? y no me quedo con las de un bando, las de los dos bandos. Hemos tenido que olvidar por el bien de la democracia cuarenta años de dictadura y cuatro de Guerra Civil; y ahora por el bien de esa misma democracia ¿no deberíamos empezar a olvidar lo que parece que ahora ya empieza a formar parte de nuestro pasado? ¿Debemos seguir cayendo en los errores del pasado y crear mordazas rojigualdas?

Tal vez el problema que vivimos en este país es que todavía tenemos muchas heridas mal cerradas, heridas que corrompen por dentro a quien nunca las ha podido curar. Estamos jugando a un juego peligroso y justamente en un momento crucial para el futuro de este país. Todos somos ciudadanos de primera de un país que algunos creen más suyo. Si de esta manera deseamos construir, estaremos creando una base demasiado fangosa sobre la que poder levantar la España del S.XXI. El dialogo nos puede llevar más lejos que el odio, la harmonía debe abrir caminos más seguros que la confrontación.

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